
Hace unas semanas se puso en contacto con nosotros Carlos, un coleccionista de relojes de Casio que había estado acumulando magníficos ejemplares. Nos contaba cómo había empezado a redescubrir sus modelos de la infancia gracias al Museo Marlin y cómo, en páginas como ésta, había podido profundizar en los mismos. Eso le llevó a despertar su afición y su afán por intentar conseguir los modelos que en su día usaba, desde su infancia, y también aquellos añorados y magníficos relojes de la Casio de entonces.
Nos confesaba que había llegado un momento en que decidió parar, en algún instante tenía que detenerse y decir basta, y consideró que ese día había llegado. Entonces decidió quedarse con algunos de los modelos que le inspirasen o le transmitieran algo especial, y deshacerse de todos los demás.

La colección nació con algunos modelos de G-Shock, siempre de la serie 5000 de los 80, que me atrajeron mucho en mi etapa adulta, cuando ya no se fabricaban. Más adelante, un amigo me dio la idea de diversificar un poco, y entonces me puse con las series F y W, las que decidí donar ahora, y buscaba los modelos que tanto me gustaron en mi primera etapa Casio, durante los años 80. En esa época tuve un F-85, luego un F-87 y más tarde un CA-50 y alguno más multifunciones. ¡La tabarra que le di a mi padre durante varios años para que me comprara esos modelos…! La mayoría los comprábamos en el puerto de Barcelona, por aquel entonces el mejor escaparate de la ciudad, a buenos precios. Para la colección me centré en esa época, los primeros 80. La mayoría los adquirí por eBay, donde más adelante me animé a vender algunos. Carlos |

Tras unos interesantes y emotivos correos que tuve la fortuna de compartir con él, decidió finalmente donarnos buena parte de su colección. Su intención era poder compartirla con muchas más personas que fueran aficionados como él, o que sintieran a Casio como parte de sus vidas, al menos durante alguna etapa de la misma. En lugar de tener aquellos modelos guardados en una caja sin más, él quería, de forma altruista, que su esfuerzo, tiempo y dinero invertido, sirvieran para que, como él en su momento, otras personas pudieran volver en cierta forma a sentir las gratas sensaciones de ver aquellos modelos que, en los años ochenta, protagonizaban y llenaban los escaparates de tiendas de relojería y bazares.
Nos contaba que Zona Casio le había hecho pasar unos ratos enormemente agradables y nostálgicos, así que era también una manera de agradecernos nuestro esfuerzo y nuestro cometido. Por supuesto, es algo que, como él, hacemos altruistamente y con el único impulso y principal motivo de nuestra afición por Casio, pero no deja de ser enormemente agradable ver que llegamos a personas que, como Carlos, nos tienen en tanta estima como para decidir donarnos su colección. O buena parte de ella.

La coleccion fue posible gracias al museo Marlin de Jokerblue, a quien descubrí desde vuestra web, ZonaCasio. Ver todos esos modelos, tan bien catalogados y con explicaciones detalladas me ayudó a recordar, a poner en orden mi cabeza, por entonces un puzzle de piezas sueltas sin sentido. Me empapé con esa espléndida colección, pude entender las líneas de los modelos de Casio (F, W, A, Marlin, Casiotron, multifunciones, eslabones perdidos, etc.) y situarlos en el tiempo. Entonces identifiqué mi primer Casio, el F-85 y durante un tiempo me puse manos a la obra con la colección, consultando vuestros posts y siguiendo la guía del museo. Carlos |

Yo le decía que por aquí siempre estamos buscando nuevos modelos de Casio para probar, pero también para fotografías y como elemento visual de los muchos posts que publicamos. Por supuesto, material y económicamente nos resulta imposible hacernos con todos, pero en el caso de relojes de Casio antiguos se añade la dificultad de, al no estar ya a la venta, encontrarlos. Al menos en un estado medianamente decente.
Los modelos que, desde la colección de Carlos, nos ha hecho llegar, son de gran estima por eso mismo que acabo de comentaros, pero además lo ha hecho ocupándose él de todas las gestiones, embalaje, envío… Es increíble el gesto que ha tenido, y por supuesto con el fin no de nuestro disfrute personal – que también -, sino del disfrute, principalmente, de toda la gran familia de amantes, seguidores y usuarios de relojes Casio. Sus modelos nos servirán en gran medida para fotografías, reportajes, y por supuesto para que todos podamos admirarlos y rememorar (o descubrir en el caso de las nuevas generaciones) aquella prolífica y rica etapa de Casio.

Pues te contaré la historia de los tres modelos que me robaron el corazón, en mi preadolescencia: el F-85, F-87 y CA-50. Yo nací en el 73, así que viví de lleno la época dorada de los relojes de Casio, en una edad muy temprana, un tiempo para soñar. Mi primer reloj digital fue un Texas Instrument LED, muy finito, creo de la serie 500, que me regaló mi padre de un viaje que hizo a Ecuador. Luego en mi primera comunión me regalaron un Radiant digital de acero con tapa roscada, muy finito también. En su día no supe apreciarlos lo suficiente, pero hoy me doy cuenta de lo grandiosos que eran. Sin embargo, mi mente se enfocaba en los Casio de mis compañeros del cole y cuando por fin conseguí el primero no cabía de emoción en mí: el F-85. Recuerdo el embalaje, una caja de plástico azul. En la etiqueta se enumeraban todas las funciones y la duración de la pila, me parece. Fue ponérmelo y no separarme de él ni para dormir. Me encantaban las funciones que no tenían mis relojes anteriores y que veía en mis compañeros del cole: la alarma de señal horaria y el cronómetro (entonces lo llamaba así, ahora lo llamo cronógrafo). Jugaba a pararlo justo en las 0 décimas. Luego llegó el F-87, que era sumergible, aunque solo un poco. El crono tenía centésimas y el dial de «2 pisos», con la hora y la fecha encima. Manejarlo era como pilotar una nave espacial. No sabía nada entonces de la existencia de los modelos Marlin, con su función de cuenta atrás. Seguramente no los hubiera valorado como lo hago ahora. Y después llegó el reloj calculadora, el CA-50. La ilusión que me hizo tenerlo no puede expresarse en palabras. Era un módulo inmenso, completísimo. Un modelo precioso. Me gustaba manejarlo a todas horas, inventaba cualquier excusa para poder calcular una distancia, un tiempo, lo que fuera con tal de usarlo. No me separé de él en varios años, y con el tiempo olvidé que el modelo que hubiera deseado tener, secretamente, era el que incorporaba una función de juego con números. Diría que el CA-901 o su hermano de plástico. Pero los nombres los pongo ahora, en aquella época de inocencia y sueño las cosas se medían por el tacto de la correa, el sonido de la alarma o las alucinantes funciones del módulo. Los nombres vinieron después. Carlos |

Le he pedido a Carlos que fuera un poco más allá, y abusando de su confianza y cordialidad, le sugerí que nos contara un poco lo que ha significado para él este tiempo de colección, cómo había empezado todo, sus modelos preferidos, y un poco su historia con Casio. Amablemente atendió mi petición, y creo que en sus palabras se transmite muy bien la gran pasión que siente por esta marca y, asimismo, su carácter gentil, altruista y generoso. Porque, reconozcámoslo, pocas personas habrían hecho lo que él ha decidido hacer. La mayoría intentarían vender sus relojes en páginas de compra-venta, aunque fuera malvendiéndolos o acabasen destrozados o en manos de, quizá, quien no supiera valorarlos como se merecen. Lo que ha hecho Carlos, con el único fin de preservarlos y que muchas más personas disfruten con ellos, no suele verse habitualmente.
Siempre nos cuentan historias que son casi leyendas, de gente que llega a un cobertizo y se encuentra con un antiguo Ferrari allí escondido. Imaginaros que, en lugar de eso, entráis en una vieja casa que se está cayendo en medio de la nada, y encontráis en el cajón de un viejo y destartalado aparador un F-7, un F-9 o un W-26. Pues multiplicad esa sensación por varios de ellos, modelos que han dejado hace mucho tiempo de fabricarse, algunos que solo hemos visto en fotos, y no de muy buena calidad. Eso es lo que Carlos nos ha conseguido y que, gracias a su generosidad, podremos compartir con todos vosotros.

Y para completar la historia de estos 3 mosqueteros, recuerdo que más tarde hubieron otros, aunque ya no me hicieron la misma ilusión. Cuando tenía una oportunidad, por mi cumpleaños o para Reyes convencía a mis padres e íbamos al puerto: una o dos calles de Barcelona donde se agrupaban los mejores bazares de electrónica, a buenos precios. ¡Qué ilusión me hacía ver tantos relojes en los escaparates, entrar dentro y tocarlos en el mostrador! Entonces tuve un modelo de juego, el de los cochecitos de carreras (winning racer) y mi hermano el de fútbol (GS-11). Este último es el único modelo original que conservo de aquella época. El resto se fueron, como lo hacen todas las cosas que vienen. Muchos años después, cuando les pude poner nombre y situarlos en el tiempo gracias a Jokerblue y su museo Marlin, decidí recolectar algunos, una pequeña colección bien escogida. Carlos |

| Redacción: ZonaCasio.com / ZonaCasio.blogspot.com