
Esta es una discusión que en muchas ocasiones surge entre la gente que conoce mi afición a los relojes: ¿por qué es tan caro un reloj si lo comparamos con otros artilugios tecnológicos? No entremos ya a valorar la exclusividad de los metales preciosos empleados en las gamas altas, o la construcción tan específica de los G-Shock, todo lo cual sube bastante el precio, sino modelos Outgear, Edifice o incluso Collection tienen unos precios que parecen no corresponderse con lo que es en sí el reloj y con los materiales con los que está construído.
Algunas personas me dicen que eso es porque Casio se lleva una enorme «tajada», se hace con un margen de beneficios tan inmenso que en otros sectores (por ejemplo en el de la telefonía) son impensables por la competencia que hay. Pero esa teoría no se mantiene en pie si la sacamos a la realidad, porque si fuera así, uno no se explicaría por qué tienen que fabricarlos en China y no en Japón, o por qué utiliza materiales como resinas y otros elementos plásticos para abaratar costes y no hace en metal todas sus cajas. Total, si el margen de beneficios es tan amplio seguro que podrían hacerlo sin problemas.

Tampoco se explica que algunos de sus modelos Collection se vendan casi a pérdidas. Y respecto a la no existencia de competencia, eso es un síntoma del desconocimiento del mercado, porque sí hay competencia. Y mucha.
Una de las razones de su alto precio son los impuestos. Ese es el motivo de que las aduanas de España estén superpobladas de paquetes de relojes que llegan de Asia y Estados Unidos. Ya lo hemos hablado en otra ocasión: los impuestos hacen que el mercado español sea muy poco competitivo, y a no ser que esos impuestos se revisen (o bien que se contraten a más agentes aduaneros para filtrar todo ese maremagnum de mercancía «ilegal» que cruza por nuestras fronteras) esto no cambiará.

Pero eso no es ni mucho menos toda la explicación. La construcción de un reloj difiere bastante de cómo están construidos otros aparatos. Mi anterior teléfono móvil me costó unos 80 euros, eso es bastante menos de lo que cuesta el G-Shock más humilde, el DW-5600 (estoy hablando de precios oficiales), y casi lo mismo que cuesta un SGW-300. Un simple LA670 ya te cuesta 45 €, y es un reloj que no tiene ni temporizador. Si lo ponemos a comparar respecto a un movil que con un precio de apenas 80 € ya posee Bluetooth, pantalla a color, reproductor de música, conectividad Wi-Fi, motor Java, juegos, grabadora de voz… nos damos cuenta que las cuentas no cuadran y nos cuesta entender por dónde se va toda esa notoria diferencia. Alguien podría aducir que el reloj tiene partes electrónicas muy pequeñas, que son difíciles de fabricar. Pero ¿es que acaso el móvil no? Empezando por sus teclas y terminando por su compacto diseño, si los ponemos frente a frente con todas sus especificaciones y todo lo que ofrece un smartphone actual gana con creces en materia de minimalismo a cualquier reloj digital. Obviamente, en esta comparativa no tienen nada que ver los relojes mecánicos, puesto que esos son «harina de otro costal». Pero un reloj de cuarzo (da igual que sea digital o analógico) no puede presumir de miniaturización en sus piezas, al menos en los modelos estándar que son a los que nos referimos aquí. Además, la tecnología LCD de los relojes lleva decenios de años superada, no tiene nada que ver con las pantallas TFT. Y sus chips y electrónica no difiere casi en nada de los que se usaban en los ochenta. Ahora mismo la tecnología industrial permite fabricarlos como rosquillas, y el porcentaje de error por chip (circuitos que hay que deshechar por pequeños fallos de grabación) es ínfimo. ¿Dónde está «la trampa», pues? ¿Por qué no hay G-Shock a cincuenta euros y Outgear a veinte? El secreto está en algo intangible pero muy importante. Algo que pasa desapercibido hasta que está en nuestras manos. Algo que sólo el tiempo puede desvelarnos. Algo llamado calidad.

No hace mucho adquirí una lámpara portátil. Esa lámpara funciona con un pequeño conmutador recubierto de goma, ya que es «rainproof» (resistente a las salpicaduras de agua). Nada más pulsar dicho interruptor, por su tacto y dureza me recordó a los botones de algunos Mudman recubiertos de goma. La sorpresa fue cuando leí el manual. En él se decía claramente: el conmutador de esta lámpara tiene una vida útil de mil pulsaciones. Todos sabéis la debilidad de los conmutadores, la mayoría de ellos tienen una vida muy corta, y ahora cabe preguntarse: ¿por qué no tienen una vida límite los de G-Shock o los de cualquier modelo Collection? Hay modelos de relojes de Casio que van más allá, y para ver la fecha tienes que pulsar (o mantener pulsado) un determinado botón. Hay personas con esos modelos que consultan la fecha varias veces al día, ¿os imagináis que esos botones tuvieran una vida útil de mil pulsaciones, y que Casio lo pusiera así en sus manuales y se quedasen tan tranquilos? En menos de un año ese reloj tendría los pulsadores hechos fosfatina.

El teléfono móvil del que os hablé antes está ahora aparcado en un rincón, ya que la tecla de la barra espaciadora ha dejado de hacer su función de la noche a la mañana, y para que funcione tienes que pulsarla de una manera brutal lo cual es, en la práctica, inutilizable. El botón de uno de los relojes de esos de marca «low cost» que en una ocasión decidí comprarme ha empezado a coger holgura y cuando lo pulsas te da una sensación de inseguridad realmente preocupante. En todos mis años con Casio nunca me ha ocurrido que un botón cogiera esa desagradable holgura. Jamás. Pero no acaba aquí la cosa. El mismo teléfono móvil que os mencionaba en la comparativa tiene una terrible manía de quedarse colgado en los momentos más inoportunos. De hecho a veces se resetea solo cuando te pones a hacer una tarea tan sencilla como bloquear su teclado. Nunca he visto a un Casio resetearse. No se si la diferencia estará en que Casio usa tecnología ya muy probada y fiable (de hace decenios, como ya hemos dicho), pero lo que sí está claro es que, tanto en construcción, ensamblaje y fiabilidad un reloj de Casio se encuentra a años luz de casi todo lo que nos compramos hoy en día, sean smartphones, electrodomésticos, automóviles, u otros relojes low cost.
Y no lo digo por decir, lo digo desde el conocimiento de haber probado otras marcas y muchos otros fabricantes de relojería. Lo digo desde el convencimiento de que si inviertes un poco de dinero en tu reloj de Casio favorito, éste no te defraudará. Tal vez cuando lleguen a Casio los ejecutivos de nueva hornada todo cambie, pero mientras siga estando detrás la mano y la mirada de los hermanos Kashio dudo mucho que un reloj de esta marca deje de prestar su servicio. Antes se acabará el mundo, antes nos invadirán los extraterrestres, antes estallará una guerra nuclear que un Casio te deje colgado.

| Redacción: Zona Casio