
Siempre que Casio anuncia la aparición de un nuevo modelo en Estados Unidos (o en algunos otros países asiáticos), los clientes se suelen quejar de lo mismo: el por qué allí un reloj que cuesta 100 $ (por ejemplo), al llegar aquí no se aplica la conversión a euros y nos sigue costando esos 100 $, sino que cuesta 100 €. Las razones son varias. Y deberíamos en muchas ocasiones darnos con un «canto en los dientes» porque Casio haga simplemente la conversión de esos 100 $ a 100 €, y no incremente el precio aún más. A grosso modo, se puede explicar de una forma muy fácilmente entendible: los impuestos en Europa son altos. Impresionantemente altos. Impuestos de aduanas, impuestos de lujo, impuestos de reciclaje, impuestos sobre el valor añadido, impuestos… Impuestos y más impuestos. Por ejemplo, cada aparato electrónico (como relojes digitales), tienen que pagar un impuesto sobre el reciclaje de todos sus elementos, pero, además, un impuesto también para que esas pilas botón tan nocivas que utiliza sean recogidas y no se arrojen al Medio Ambiente. Ahora bien, yo (y todos vosotros, probablemente), seguramente que habéis tirado algún producto tecnológico a la basura (un discman, un mp3, un teléfono móvil…)… ¿Ha llamado alguna vez algún operario a vuestra casa para ir a recogéroslo? Y para la batería, ¿os habéis encontrado algún número en el embalaje, o en la propia batería, a quien llamar para que fuera por ese elemento contaminante y lo llevase a reciclar? Pues no. Se supone que en España (y en otros países de la UE) se paga obligatoriamente un impuesto (que no es pequeño, por cierto) para que «alguien» haga eso, para instalar y mantener contenedores de reciclaje de todos esos elementos electrónicas que poseen componentes que, de ser reciclados, se ahorraría al medio ambiente (y a la industria) un buen castigo, en forma de menos contaminación en el primer caso, y de ahorro de compra de materias primas, en el segundo. Pero no se realiza.
¿A dónde va, por tanto, nuestro dinero? Pues todos esos millones de euros que se recaudan vía estos impuestos llamados «indirectos» se pierden por algún sitio. Pero nadie sabe por dónde (menos quienes se llenan sus bolsillos con ellos, obviamente). Dinero que debería dedicarse para mantener a salvo nuestra naturaleza, y que de buena gana pagaríamos muchos de nosotros a través de ese tipo de impuestos a la recogida y reciclaje, acaba en oscuros bolsillos de personajes que se están «forrando» con este invento, poniendo de excusa la protección a la naturaleza.

En España, al menos, se supone que son las plantas de tratamiento de residuos quienes hacen esa labor. Y entre las miles de toneladas de basura que recogen al día, algunos operarios se dedican a elegir, en las cintas transportadoras, las baterías, pilas y componentes electrónicos que les llegan desde los camiones. Esto -dicen algunos- es así. Pero la realidad es que nadie lo ha visto. Cierto que en algunas plantas de tratamiento de residuos hay una docena o veinte personas en las cintas transportadoras, pero el volumen que les llegan de residuos es de tal magnitud que ni tienen tiempo, medios ni posibilidades de realizar un mínimo filtrado de selección. Allí lo que hacen es que simplemente lo que ven, lo cogen. Y el resto pasa al vertedero sin ningún control.
En un famoso programa de televisión quisieron hacer la prueba, y colocaron en un producto electrónico un sistema GPS para seguir su ruta y verificar que de verdad era reciclado en la planta de tratamiento (o bien reenviado a una planta auxiliar especializada para su tratamiento). La realidad no les sorprendió: a los pocos días siguieron la señal, y encontraron su emisor en un vertedero, sin desarmar, y con todos los componentes electrónicos en su interior. Y ese no fue el único caso: la OCU también hizo algo parecido, y durante más tiempo, con idéntico resultado.

Pero sigamos, que no acaba esto aquí. Otra de las comparaciones por las que en Estados Unidos tienen ventaja para adquirir relojes más baratos que en España es el IVA. Allí realmente no existe el IVA, sino un impuesto a la venta llamado «sales tax», que varía según el estado o incluso entre los municipios, y cuyo baremo puede ir del 4, 6 o algo más del 7%. Como veis, muy lejos de nuestro IVA del 21%. Incluso hay estados (como Alaska) donde el IVA ni existe, y no se paga nada de impuesto a la venta.
Hace algunos años a Steve Jobs se le preguntó por qué sus modelos de iPad eran tan caros en Europa con respecto al precio que tenían en Estados Unidos. El fundador de Apple le respondió: «nosotros no tenemos impuestos como el IVA». No solo eso, en algunos países los iPad e iPhone son aún más caros debido a que, además, tienen impuestos por ser sistemas que posibilitan la grabación de datos, por lo que tienen algo parecido a lo que en España era el Canon Digital.

Por lo tanto, cuando un reloj de Casio en Estados Unidos sale a 100 $, y luego aquí te lo venden por 100 €, no deberías cabrearte. Deberías darle las gracias a Casio. Porque se están «chupando» por ti todos los impuestos que les acribillan por todos lados, y que, como en el ejemplo del impuesto de reciclaje, no tienen en la práctica utilidad ninguna. Y ojo, que nadie está diciendo que no debería existir un impuesto de recogida y reciclaje, no estamos diciendo eso. Lo que estamos diciendo es que debería ser un impuesto que sirva para el tratamiento de residuos, y no que se lo quede alguien por el camino.
Otro día quizá tratemos de los impuestos de las aduanas, de lujo y de gestiones, que ahí también daría para hablar largo y tendido.
| Redacción: Zona Casio