¿Por qué Casio continúa fabricando el F-28W?

No hay nada igual. Seguro que no venden muchos, incluso probablemente pierdan dinero con él. Es el reloj más antiguo del mercado, uno de los que más historia tiene detrás (apareció a mediados de los años ochenta), y, a la vez, uno de los más simples, tanto en construcción como en funciones. Es uno de los más carismáticos. Es el único que queda de los «ochenteros» que Casio fabricaba hasta ahora, el W-71 (desaparecido a principios de este siglo) y el W-720 (desaparecido hace sólo un par de años). De toda aquella historia, de todo el boom de los relojes de cuarzo, de todos los modelos más míticos de Casio (Marlin, HD…) sólo nos queda éste. Cierto que aún disponemos del F-91W como uno de los pilares de Casio (y casi como reloj identificativo de la marca, para muchos neófitos), pero no es lo mismo. El F-28W es «otra historia».

Además, es el único reloj digital que ofrece, ahora mismo, en este tiempo de «iphones» e «ipads», algo fuera de lo convencional, algo que va realmente contra corriente: un módulo minimalista (Casio usa el acrónimo K.I.S.S. para definirlo, ya lo explicamos en esta publicación hace tiempo) con unos botones protegidos (los dos, que es bastante inusual en Casio y en realidad en todos los modelos con botones de este tipo, cualquiera que sea la marca) bajo la caja, y una construcción genial. La gente dirá lo que dirá, pero la cubierta trasera de la tapa me encanta: letras marcadas, fácil de quitar, limpiar y reparar (sí, son muchos los detractores de la resina, pero cuando uno se pone a reparar un elemento de metal frente a uno de resina, en la mayoría de las veces es más sencillo para los que no son expertos hacer un mejor trabajo en la resina que en el metal o en el cristal mineral), e incluso se pueden eliminar esos «rayones» que aparecen con la edad y seguir conservando la cubierta.

Y sobre su diseño qué decir, ya hemos hablado de él hace poco: leyendas protegidas, y espectro de colores esencialmente Casio, inconfundibles. Lo único que no ha hecho popular -o que ha impedido que lo fuera aún más- a este reloj ha sido la falta de un cronógrafo y de una alarma, pero es que si Casio lo incluyera entonces se alejaría del concepto minimalista que quieren darle. Además, ¿cuantas personas llevan en su muñeca un reloj analógico que no solo no tiene alarma ni cronógrafo, sino que ni siquiera da la fecha? ¡Infinidad de gente! Este, por lo tanto, aventaja a muchos relojes de ese tipo. Y eso sin contar que tiene una pila de larga duración (siete años) y, gracias a ser totalmente de resina, un peso pluma que apenas lo notas en la muñeca.

Es un reloj genial. Es un modelo fantástico. Casio, por favor, no lo quiten nunca de su catálogo. Aunque solo vendan uno. Aunque sea un incomprendido. Aunque ya nadie lo quiera. Aunque sólo cuatro «desesperados amantes de los digitales» y enamorados de Casio lo sepamos valorar. Porque tiene su sitio. No es que merezca estar donde está, es que merece mucho más, y un reconocimiento de que con estas series bajas de los F Casio lo ha hecho muy bien. Es un modelo imperecedero, de leyenda. Ojalá Casio mantenga su concepto y lo reinterprete en otros modelos nuevos, como la caja íntegramente de resina (por detrás también) o los botones totalmente ocultos, los cuatro. Sería asombroso.

| Redacción: Zona Casio