Motos y relojes

Parafraseando a la popular canción de «cars & girls», el mundo de los relojes tiene con las motos una gran cantidad de aspectos en común. Lógicamente, no los vamos a comparar con una chica, pero no se entiende muy bien que haya tantos modelos de reloj inspirados (o con la estética) del mundo de la aviación, y tan pocos que aprovechen el mundo de las motos. No hace mucho una firma de encendedores lanzaba una línea dedicada a la Vespa, y aunque ya nadie fume, los han vendido como rosquillas. Es un indicio bastante claro de que el mundo de las dos ruedas vende, y mucho.

Una gran mayoría de conductores de automóviles son en realidad conductores de motos en sus más profundas convicciones. La familia, la imposibilidad de mantener dos vehículos, el miedo, la inseguridad o la simple rutina y la sedentariedad les han obligado a dejar su moto atrás (si es que en algún momento la tuvieron).

Pero la moto siempre ha sido (y es) una de las máximas expresiones de libertad. Nos da esa libertad que en su día nos dio el reloj, al facilitarnos conocer la hora en todo momento sin tener que recurrir a relojes de pared. Algo que hoy se da por supuesto, pero que antes no lo era.

Mucho mejor que un automóvil, la moto es uno de esos vehículos que se transforma en una extensión de nuestro cuerpo. No estamos conduciendo una máquina: nos convertimos en parte de la máquina. Nuestro reloj hace lo mismo con nuestra piel, siendo casi un hombre-máquina cargado de sensores y cronógrafos.

Con la motocicleta tienes que cambiar tu chip de conductor. De conducir de manera preponderante, casi agresiva, que es como lo hacen muchos de los conductores de automóviles -por desgracia-, casi como si la carretera les perteneciera, tienes que pasar a conducir en lo que los expertos llaman»conducción defensiva». Siempre alerta y en guardia. Es una conducción proactiva mucho más exigente, que te facilite incluso adelantarte a los acontecimientos, saber interpretar los movimientos de otros conductores. Es un tipo de conducción que no se enseña, sólo se aprende con años de práctica. Pero, como no está exenta de peligros (por muy defensivamente que conduzcamos), el motorista necesita protecciones extra que guarden su integridad: cascos, guantes, cazadoras… Armadura como la que poseen los G-Shock, pensada también para proteger a salvo de golpes y caídas su preciado módulo.

El motorista, mucho más que otro tipo de conductores, sabe apreciar el tiempo, y sabe apreciar su valor. Porque es muy consciente de que la vida puede cambiar en una décima de segundo. Y por eso a todo cuanto hace le dedica todos sus sentidos, toda su atención en cada movimiento. Porque las decisiones erróneas no le dejan segundas oportunidades.

El mundo de la motocicleta y del scooter es una forma de ver la vida, de filosofía que, como ves, tiene muchos aspectos muy cercanos al mundo de los relojes. Es ver el mundo «al descubierto», teniendo que dar respuesta y reaccionar en sólo unas décimas de segundo. Acción en estado puro, sin red de seguridad.

| Redacción: Zona Casio