
Seguramente muchos recordaréis aquellos relojes digitales, que solían regalar con algunos productos (con champú o snacks…) y que en lugar de un segundero convencional (del 00 al 59) solían tener los dos puntos parpadeantes que separaban la zona de las horas con la de los minutos.
A bote pronto disponer de una zona en el LCD dedicada a los segundos con un contador puede parecer algo superficial, e incluso de lo que se puede prescindir, pero en determinados momentos saber qué minuto es y cuándo van a incrementarse esos minutos puede ser muy importante, e incluso lo llegaremos a echar de menos si nuestro reloj carece de contador. Por ejemplo, cuando nos mantenemos en tensa espera para que llegue la persona con la que hemos quedado, o cuando estamos en los últimos minutos de una clase (o del trabajo).

Algunos fabricantes dan tanta importancia a esto, que la parte de los segundos en la pantalla de algunos de sus relojes es en ocasiones mayor que la de la hora y los minutos (como en los LDF-20 de Casio), y otros no han fabricado nunca relojes sin segundero, para que así sus compradores no tengan que sufrir esa carencia. En otros modelos (como en el G-7800 de G-Shock) todas las zonas de la hora están muy equilibradas, siendo de idéntico tamaño tanto los minutos, los segundos y las horas.
Inicialmente, sin embargo, el diseño que se acabó imponiendo fue el de los minutos con un tamaño algo menor respecto al resto, por dos razones: al no haber puntos de separación entre los minutos y las horas (como sí ocurre, sin embargo, entre las horas y los minutos) se evitaba que una lectura rápida nos llevara a error al consultar la hora. La segunda razón es simplemente seguir el diseño de los analógicos, en donde la manecilla del segundero suele tener diferente longitud (y un menor grosor) que el resto.
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Aún hoy existen marcas de relojes que se empeñan en no ofrecer segunderos. En la imagen, un Colmar. |
La cuenta del segundero en los analógicos fue obviada durante algún tiempo por la complejidad técnica que suponía su incorporación, de la misma forma que los primeros relojes sólo disponían de una aguja (la de las horas) debido a la dificultad del mecanismo que debía marcar los minutos (aunque los primeros relojes con minutero datan del siglo XIV, el segundero no llegó hasta el siglo XVIII, ¡nada más y nada menos que cuatro siglos para lograr implementar un segundero! A partir de ese instante la gente por fin podía conocer la unidad básica de tiempo. En el siglo XIX, cuando empezaron a llegar los primeros relojes de bolsillo, algunos de ellos todavía carecían de segundero).
Por fortuna, los segundos han regresado con fuerza haciéndose con el protagonismo que siempre debieron tener, y ahora son muy pocos los relojes digitales que carecen de ellos.

Al contrario que en siglos pasados, donde las horas eran importantes pero no tanto los segundos, en el mundo de hoy son este elemento, los segundos, casi tan importantes como las mismas horas, debido a la alta tecnificación de nuestra sociedad y a la avanzada capacidad de medir el tiempo que se ha logrado con los relojes atómicos. Conocer el tiempo horario con exactitud es algo muy necesario, y en algunos campos o profesiones, vital, pero sin embargo el gran competidor en la actualidad del reloj, el teléfono móvil convencional, no es capaz de hacer algo tan simple como mostrar el segundero o/y resetear su cuenta para darnos la posibilidad de configurarlo manualmente al segundo. Obviamente, en aquellos smartphones que actualizan inalámbricamente su horario esto no es de gran importancia, pero ocurre lo de siempre: ¿Y si la conexión se cae? ¿Y si se estropea? ¿Y si queremos hacerlo por nosotros mismos y no depender siempre de un automatismo el cual no podemos controlar ni cambiar a nuestro antojo?
Aunque haya mucha gente, muchísima, que se empeñe en ver muerto al reloj (y más aún al reloj digital) mientras queden personas capaces de saber apreciar y tener en cuenta estos pequeños pero importantes detalles el reloj seguirá siendo una incombustible y necesaria pieza para medir el tiempo. Una máquina insustituible.

| Redacción: Zona Casio