
Si no hace mucho os traíamos a Zona Casio el imponente reloj W-720, era casi obligado también ofreceros un reportaje dedicado al CA-53, uno de los modelos con calculadora más clásicos y legendarios. Que Casio era, en la dura pugna por la supremacía que estos relojes tenían en los ochenta, una de las marcas que ofrecía mayor variedad es algo que hoy está fuera de toda duda. Pero eran de los pocos que, además, ofrecían soluciones diversas a la complicada tarea de diseñar un teclado completo en un instrumento que debía ser práctico y útil a la vez para su uso diario, y que además debía llevarse en la muñeca, con lo que ello implicaba de tener que soportar golpes accidentales y agua.
Las dos soluciones que Casio adoptó fueron los clásicos botones (como los del CA-53W) y las pantallas táctiles (como los TC-50 y TC-600). Pero fue más allá, y era de las pocas marcas que tenían un reloj con calculadora capaz de soportar el agua, lo que significaba que podías llevarlo bajo la lluvia y también explotar al máximo todas sus funciones típicamente relojeras.

Los dos que traemos hoy aquí, aunque ambos se destaquen por ofrecer una calculadora de ocho dígitos, son modelos de líneas diferentes. Mientras que el CA-53W es el típico modelo calculadora (de ahí lo de «CA»), el DBC-32 es también Data Bank («data bank calculator», de ahí lo de «DBC»). El DBC-32 es muchísimo más moderno, Casio lo lanzó al mercado en el año 2004, e incorpora una base de datos capaz de almacenar hasta 25 páginas con diversos registros. De su modernidad habla muy bien sus estilizadas formas, sus botones con una ligera inclinación y su botonera integrada con un único recubrimiento, entre otros aspectos. Además, sus botones son más duros, y no simples «gomas» como los del CA-53W que acaban destrozados y carcomidos por el uso. El DBC-32 es mucho más llamativo, impactante, y con un display más grande y de mejor visibilidad.
Pero el CA-53W tiene también muchas cosas positivas. Al contrario que el DBC-32, su correa es mucho más cómoda, y se adapta muy bien a la muñeca gracias a su diseño compacto y a sus pequeñas dimensiones (es considerablemente más pequeño que el DBC-32). Además, la correa es más sufrida, no se «traba» ni tienes que tirar de ella como la que monta el DBC-32. En realidad la correa del CA-53W es la misma que la del W-720, por lo que son intercambiables entre sí y supone toda una garantía para que puedan encontrarse recambios con mayor facilidad. Incluso existen fabricantes independientes que fabrican ese mismo modelo de correa, con el mismo diseño que la original y totalmente compatibles, y además a un precio muy bajo. Todo esto no lo tiene el DBC-32, y es muy importante si queremos lucir el reloj como el primer día. Gracias a la amplia difusión mundial que el CA-53W ha tenido (y tiene), se pueden encontrar repuestos casi en cualquier parte, y conviene no olvidar que es un modelo que todavía no está descatalogado, Casio lo continúa fabricando.

Otro aspecto problemático de la correa del DBC-32 es que va muy ceñida a la caja, como era habitual en los Casio de finales de los noventa y de principios del dos mil. Esto hacía que en algunos casos al incorporarle la nueva correa la caja del reloj, de resina, acabase dañada irreparablemente. Este problema no ocurre en los CA-53W, a los que se les puede sustituir sus correas cómodamente al tenerla dispuesta en un estilo mucho más genérico y común.
En cuanto a sus módulos, obviamente al tratarse de un Databank el DBC-32 supera en bastante al CA-53W, aunque los dos modelos carecen de temporizador, una función que se echa de menos en relojes tan completos. Curiosamente el CL-30 y CL-301 (1983), así como los CA-95 y CA-951 (1982) sí tenían cuenta regresiva (temporizador), y además los primeros eran solares, a pesar de que todos ellos fueran más antiguos.

Un poco de historia
Los CA de Casio eran la tortura de los profesores en los colegios e institutos. Su aparición hizo que el término de «chuleta» pasara a un nuevo nivel. Si ya los Data Bank, con su capacidad para almacenar registros y datos, consiguieron que muchos alumnos pasaran terribles exámenes sin apenas estudiar, los CA extendieron esa facilidad en las soporíferas -para una gran mayoría de alumnos- sesiones de problemas matemáticos en las clase de esa materia. Les hicieron respirar a gusto a muchos estudiantes en aquéllos momentos de clase donde el silencio era absoluto y donde se podía mascar la tensión. Los pocos afortunados con un CA-53W en la muñeca extendían la parte superior de su bolígrafo o lápiz, mientras por el rabillo del ojo vigilaban a su profesor. En silencio pulsaban los botones para averiguar determinado número de la tabla de multiplicar, o incluso el resultado de una operación aritmética. También se podía consultar la hora o pasar por las diferentes pantallas sin llamar la atención porque Casio, preveyéndolo y en una genial idea había lanzado este modelo sin sonido en sus botones.
Los pocos que podían tenerlo (en aquélla época no todo el mundo podía hacerse con uno) atraían la atención en los recreos y en los momentos de ocio. Además, gracias a una pila con una duración nada desdeñable, el reloj podía mantenerse operativo bajo cualquiera de las terribles circunstancias en las que su propietario le quisiera implicar.

Era, sin duda, un rey en unos tiempos en los que la microinformática aún estaba muy lejos, una promesa de un futuro lleno de posibilidades e ilusiones para los seres humanos, en donde las máquinas nos facilitarían enormemente la vida. Con el CA-53W muchos vivieron lo que era su primer acercamiento a un auténtico ordenador de bolsillo, lo más parecido a un smartphone, en unos tiempos donde muchos españoles aún no tenían teléfono en casa o televisión a color.
Los CA-53W son herederos de una de las sagas de relojes calculadora más auténticas, de los originales CA-50, CL-30 y CA-95, entre otros, que Casio ya diseñase en los años setenta. La familia de loa CA utilizaban el tipo de teclado que en Casio anunciaban como uno de los más ergonómicos de su clase, que montaban también los C-80, pensado para poder pulsarse fácilmente con los dedos, y aún hoy en día sus teclas no tienen rival en cuanto a comodidad y practicidad en este tipo de relojes (aunque su durabilidad sea otra cosa y deje bastante que desear). Casio denominaba a este sistema de teclas FTS (de «Finger Touch System»), que ignoraba la pulsación de varias teclas cuando, debido a su tamaño, se pulsaban a la vez con el dedo. Así, el primer dígito marcado era el que se quedaba en la pantalla y se visualizaba, ignorando los demás y evitando que se sobreescribiera al primer botón pulsado.

La mayoría de los coleccionistas y usuarios del CA-53W no olvidan tampoco que fue uno de los Casio más populares debido al cine, gracias a su aparición en la saga de «Regreso al Futuro». En la primera de estas películas (en el año 1985) apareció su versión CA-50, debido a que el CA-53W aún no estaba en el mercado (el CA-50 apareció en el mercado en 1984). Cuando se lanzó, en el año 1987, el protagonista Marty McFly (Michael J. Fox) en su «Regreso al Futuro II» (año 1989) ya llevaba en su muñeca este CA-53W, lo que nos da una idea de la larga, emotiva y rica historia que ha tenido este reloj.
Podría decirse sin temor a equivocarnos que el CA-53W es uno de los pocos dinosaurios que aún perviven en Casio, un vintage realmente auténtico que se puede adquirir nuevecito y recién salido de fábrica hoy mismo, algo que muy pocos fabricantes de muchas otras cosas pueden decir y que casi nadie ofrece. Cierto que sí, ofrecen reediciones de modelos inspirados en el pasado, o reinterpretaciones, pero no modelos completamente idénticos como éste.

Una de las razones de que esto sea así es que es un modelo que no tiene rival, y Casio no ha podido realizar ninguno que lo superase tanto en su filosofía (correa fácilmente reemplazable, resistente al agua…) como en su ergonomía y comodidad. Casio se ha ido por otros derroteros y ha hecho que este modelo no tenga competencia hoy en día. Por algo es uno en los que más se han inspirado otras marcas de relojes para sacar su propia versión calculadora, aunque a pesar de que ha sido innumerables veces imitado, jamás nadie consiguió superarlo.
Puede que no sea el modelo con calculadora más elegante del mundo (gustos personales aparte, hay que admitir que el DBC-32 es mucho más llamativo y lo supera en el diseño del display), pero sí el más práctico y sufridor, algo que sus compradores tienen muy en cuenta.

Es también un modelo fácilmente reparable (incluso sus botones se pueden sustituir, algo que no pueden decir los DBC), con unas asas tipo estándar a las que, llegado el caso, no les sentará horrible una correa estándar convencional. Es el reloj que pueden usar topógrafos, geógrafos o contratistas sin dificultad, ya que es muy apto para enfrentarse a ambientes de trabajo duros sin verse ni sentirse mermadas sus facultades. Al ser también muy barato, podemos sustituirlo y no preocuparnos en exceso por los arañazos o deterioro que sufra. Es, por tanto, el reloj que puede salvarte el día, porque lo podrás usar cuando de verdad lo necesites.
Lo mejor
– Panel del fondo de las teclas de plástico brillante que protege las leyendas, mucho más resistente que los empleados en otros modelos de calculadora (como en los mismos DBC-32).
– Resistente al agua, una cualidad inédita en la mayoría de los relojes calculadora.
– Carece de luz. Puede ser un punto negativo, pero creemos que es un virtud en este reloj en particular.
– Los botones carecen de sonido. Muy útil si tienes que operar con él «a escondidas».
– Correa convencional con asas, además, perforadas.
– Comodidad. Es un reloj enormemente confortable en la muñeca.
– Todas las leyendas en su caja están protegidas bajo plexi.
– Pila de bastante buena autonomía.
– El frontal casi totalmente «de cristal» le da un acabado brillante magnífico.

Lo peor
– Visión del LCD muy pobre, sobre todo desde su perfil izquierdo. Habitual en muchos de los modelos de Casio en los ochenta (como en el W-720 y W-721).
– Un gran defecto es el material de sus teclas. Éstas son muy pequeñas debido al tamaño del reloj, y cuesta mucho ver las leyendas cuando no hay mucha luz. Además, y a diferencia de las duras teclas del DBC-32, el CA-53 tiene unas minúsculas teclas de goma, en las que si no tenemos cuidado quedan marcas ya desde su primer uso. Debido a ello es altamente recomendable que presionemos las teclas con algún objeto que no las dañe, como la parte superior de un lápiz, y siempre deberemos evitar pulsarlas con las uñas.
– Por su tamaño tan compacto, la visibilidad de las leyendas es difícil bajo determinadas circunstancias.
– Los botones del lateral tampoco se pulsan demasiado bien. Uno de ellos (el de ajustes) sólo puede pulsarse con la uña, y el otro es tan delgado que en la mayoría de las ocasiones tampoco se puede usar la yema del dedo, sino la uña.
– El nombre del día es de sólo dos caracteres.
– Para consultar la fecha se debe presionar un botón (no aparece en la pantalla inicial).

Especificaciones | CA-53W |
Módulo | 437 (1987); actualizado al 3208 |
Precisión | +/- 15 segundos por mes |
Iluminación | No |
Cronógrafo | Sí (24 horas, con dos llegadas) |
Temporizador | No |
Alarma | Sí |
Snooze (despertador) | No |
Señal horaria | Sí |
Sonido de los botones desactivable | Carecen de sonido |
Doble horario | Sí |
Horario mundial | No |
Calendario | Hasta el año 2079 (para los módulos 437); desde el año 2000 al 2099 (para los módulos 3208) |
Resistencia al agua | WR |
Sistema de energía | Pila (CR2016, 5 años de duración) |
Cristal | Resina |
Caja | Resina |
Tamaño | 42 x 33 x 7 mm. |
Peso | 29 gr. |
Otras características | Teclas con sistema FTS; calculadora de 8 dígitos. |
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| Redacción: Zona Casio