Aquellos viejos y añorados digitales: el Casio F-85

Las series F (de los F-30 hacia adelante y hasta los F-105, aproximadamente) tienen algo muy bueno, y es que las correas entre todo este ejército de relojes que Casio lanzó ya en los años 80 son compatibles entre sí. Algunas tienen un dibujo diferente (o una serigrafía), pero aún así son válidas, e incluso modelos como los F-77 disponen de correas con un diseño muy parecido a los modelos actuales, aunque con hebilla metálica como era habitual por aquéllos años. Esto es muy importante, y sobre todo es muy valioso entre los coleccionistas que, además, son usuarios cotidianos de esos relojes, porque por una parte permite que podamos adaptarles cualquier correa actual, y, por otra, permite también que podamos guardar la correa original (si es que incluye alguna serigrafía en especial) y usar en su lugar otra del mercado aftermarket, o de un F-91 que podemos adquirir en cualquier lugar. En la actualidad la correa del F-94 posee el mismo diseño que la del F-91 y del F-105. Además, es una de las pocas series donde hay modelos (por ejemplo, los F-105 que acabamos de mencionar) en donde tienen las asas abiertas y perforadas. Esto abre la posibilidad a ponerle tanto pasadores convencionales (de muelles) o gupillas. En suma, todo un abanico de posibilidades que hace que sean unos de los relojes más valiosos para el día a día. Sin olvidar sus ligeras cajas de resina, por supuesto.

La serie F eran los modelos «de iniciación» al mundo de Casio, y muchos de ellos eran -y son- los modelos más socorridos y más utilizados para darles el trato más duro que quisiéramos sin preocuparnos demasiado por la supervivencia del reloj.

Antiguamente la serie F se diferenciaba por tener módulos que carecían de temporizador (y decimos «antiguamente» porque hoy esto ya no es así, baste recordar el F-201), y, de hecho, había algunos que únicamente ofrecían la hora. Pero el que recordamos hoy aquí no es de esos. Se trata del F-85, un modelo de un contundente y radical negro con motivos amarillo claro y blanco en la serigrafía, una variedad cromática que Casio no ha repetido mucho pero que resultaba espectacular. Era llamativo precisamente en eso: en su impasible apariencia. Con él era imposible no estar ni sentirte elegante. Su módulo, alimentado por una pila (de litio) con la que podía mantenerse funcionando hasta cinco años, era el 160.

Lo más pintoresco era que, al contrario que la mayoría de los F, y tal vez un poco como reminiscencia de los Casio de los años 70 80 (el F-85 data de 1981) los nombres de los días -de dos dígitos- se encontraban serigrafiados bajo el cristal, y en su parte inferior una marca nos informaba del día que correspondiera a la semana en la que nos encontrásemos. Llamativos eran también los iconos en la parte inferior (los F los solían llevar en la parte superior), o la marca de «P» para «PM» en una única letra, a la izquierda.

Su calendario era automático, y sólo estaba pre-programado hasta el año 2019, algo muy lejano en aquéllos años, pero demasiado cercano para nosotros hoy. Disponía de alarma diaria, señal horaria, formato 24 horas (que Casio denominaba como «dual time») y cronógrafo de 60 minutos con dos llegadas. Como ves, era un módulo idéntico al ofrecido ahora en los más modernos F-91, o incluso en el 3224 que montan los W-215. Su precisión era realmente buena, de +/- 15 segundos por mes.

Este modelo tenía sus variantes en los B815 de metal, pero hay que reconocer que la espectacularidad mayor la tenía este precioso modelo de resina, con una bonita presencia gracias a su frontal en el más oscuro azabache. Estuvo en el mercado sólo unos pocos años hasta que finalmente en 1984 sería sustituido por el F-87.

| Redacción: Zona Casio