
Seguimos con nuestra temática energética, abordando un tema del que ya hemos hablado en otra ocasión: la excesiva dependencia de nuestra tecnología y, sobre todo, la debilidad de ésta.
Estados Unidos está viviendo una de sus mayores olas de frío, y de hecho se espera que en los próximos días el país norteamericano reciba un nuevo frente «de proporciones catastróficas«, según vaticinan lo meteorólogos. De hecho ya ha sido proclamado el estado de emergencia en Virginia y Maryland, para movilizar efectivos de la Guardia Nacional. Allí hay más de 500.000 hogares que carecen de luz desde hace días.

Los habitantes en los pueblos de montaña que se suelen quedar aislados durante el invierno (cada vez son menos) saben muy bien cómo convivir con estas circunstancias. Hacen acopio de leña, embutidos y víveres de todo tipo para enfrentarse a una situación en la que estarán sin poder establecer contacto con el exterior durante días. Para ellos un reloj con pila de larga duración o solar no es una opción: es una necesidad. Yo no he vivido algo así -por fortuna- pero cuando era pequeño, en el pueblo, recuerdo muy bien las ocasiones en las que caían enormes nevadas y la única carretera que había se volvía impracticable. La gente que tenía que bajar a la población más cercana se tenía que aventurar por los caminos apoyados en bastones o palos. En Estados Unidos no ocurre eso en todas las poblaciones, pero sí se enfrentan a una experiencia bastante desagradable igualmente: la falta de fluido eléctrico.
A las 24 horas de la falta de corriente eléctrica los alimentos en el frigorífico comienzan a deteriorarse, y los congelados comienzan a pasar del estado sólido al líquido. Pero este es sólo el principio de los problemas. Aunque ahorremos en batería, los smartphones actuales pronto también nos abandonarán, sobre todo si hay niños en casa y lo utilizan para divertirse, ya que no podrán ver la tele. Incluso en estado latente un smartphone consume una enorme cantidad de energía, por lo que en poco más de 36 horas seguramente veremos el icono de su batería en las últimas. Pero antes de él ya nos habrá abandonado el ordenador portátil, y por supuesto los relojes y despertadores enchufados a la red eléctrica también han enmudecido. De entre los dispositivos electrónicos uno de los que más tiempo se mantendrá con nosotros será el libro electrónico, y quizá con un poco de suerte (si ha coincidido con su batería cargada hasta los topes en el momento del corte eléctrico) el teléfono móvil más convencional.

Los llamativos y bonitos «relojes inteligentes» nos abandonarán también en poco tiempo, aunque tendremos un poco más de suerte con los dispositivos que funcionen a pilas, como la radio. Lamentablemente como la mayoría de las radios que solemos usar son las que están en nuestros smartphones, móviles o reproductores de música, éstas habrán dejado de funcionar. Por fortuna muchos conservaremos en nuestros hogares las radios clásicas, que funcionan con dos pequeñas pilas. La cuestión será si encontraremos pilas con carga para ellas, bien sea en casa o en algún comercio aún abastecido.
Además, como la radio será uno de los pocos dispositivos eléctricos que usemos para informarnos de lo que ocurre en el resto de la región, nos veremos obligados a restringir su uso drásticamente.

Internet, televisión y por supuesto la prensa, todo lo que nos hacía entrar en contacto con el mundo hasta ahora, enmudecería.
Luego las existencias de víveres empezarán a escasear, y la comida, pero sobre todo la bebida, será cada vez un bien más preciado. Y apenas han pasado diez días. Al final sólo nos quedaremos nosotros y nuestro reloj de cuarzo para poder confirmar el paso de las horas, los minutos, los meses y los días. Tal vez tendríamos que desplazarnos, abandonar nuestra casa para ir a un centro de acogida temporal donde las autoridades hayan centrado las ayudas y puedan mantenernos mientras la situación se normaliza, como ocurrió con el huracán Katrina. Tendremos que dejarlo todo y sólo llevar lo más imprescindible, ya que en los transportes militares y en los vehículos de emergencias el espacio es uno de los bienes más preciados, porque así pueden llevar a más personas, salvar más vidas.

Solamente podremos transportar un ligero equipaje de mano, y lo que llevemos sobre nuestro cuerpo. Una vez más, nuestro reloj será el único dispositivo fiel para informarnos y acompañarnos.
Como es obvio podremos llevar nuestro teléfono móvil, pero los enchufes para poder recargarlo estarán muy disputados, sobre todo en las primeras semanas. Lo principal es salvar vidas, y la logística energética por medio de generadores irá destinada a los equipos de emergencias.

Al final de todo este periplo, con un poco de suerte podremos volver a nuestras casas y alegrarnos si no han sido saqueadas. Y nos daremos cuenta de que si no teníamos un reloj con una pila de larga duración o Tough-solar con nosotros, es un buen momento para irse a una relojería y comprar uno.
| Redacción: Zona Casio