Pocas películas hay que reflejen tan bien lo que supone un reloj táctico, y su importancia en combate, como Batalla en Los Ángeles. Me atrevería a decir que es un claro ejemplo de lo práctico y esencial que sigue siendo un reloj en esas condiciones extremas. En ella, vemos a su protagonista principal haciendo un uso intensivo de su G-Shock de la serie Master of G, un GW-9000 en concreto, conocido con el apodo de «cinco ojos».
Ese G-Shock toma un papel preponderante y crucial en el desarrollo de la trama, hasta tal punto que de él dependen para saber cuándo deben buscar refugio, y desde que se inicia el temporizador demuestra la importancia de una buena sincronización.
Es tal su importancia que algunos pantallazos en primer plano se van específicamente para el reloj, algo que no suele ser demasiado habitual, al menos no durante tanto tiempo y en tantas secuencias. En esos instantes nos podemos dar cuenta de algunos elementos que toman un destacable papel, como es la hora en todos los modos. Así, el sargento Michael Nantz puede saber de un vistazo no solamente el tiempo restante sino, además, la hora actual, lo que bajo nuestro punto de vista es vital en un reloj táctico.

Es cierto que hay muchos relojes que dicen venderse como tácticos en el mercado, algunos incluso mecánicos, pero resulta que luego no tienen ni bisel móvil para un temporizador mínimamente útil, y si éste es digital ni siquiera incorpora temporizador. Otros que tienen todo eso, no tienen hora en todos los modos, y uno se pregunta: ¿qué puñetas tiene de «táctico» un reloj así? Bueno, que es oscuro, en la mayoría de las veces. Y con eso te lo venden como táctico y adiós muy buenas.
En estos momentos en los que se desarrolla una cruenta guerra a las puertas de Europa, probablemente muchos de los soldados que van a ese frente lleven en sus muñecas un reloj de G-Shock, tanto los rusos, como los ucranianos. Evidentemente, es el reloj por antonomasia en esas lides, fiable, práctico y eficiente por múltiples razones, desde cronometrar, sincronizar tiempos, pasando por supuesto por poder ver la hora en la oscuridad. En este mundo tan hipertecnificado resulta curioso que ese tipo de relojes sean aún tan sumamente imprescindibles, mucho más que smartwatches de constantes recargas, o smartphones de dudosa durabilidad (y utilidad, con la mayoría de redes de telefonía dañadas).

Seguramente muchos de los que escapan de los combates, la población civil, también los lleve en sus muñecas, y es ahí donde quería llegar. Probablemente ese tipo de modelos no será nuestro reloj de diario, a veces preferimos lucir colores de moda, relojes que estén en boga -como algunos coloridos, ediciones especiales o Vintage-, o mecánicos de postín.
Pero según nosotros lo vemos, tener un reloj de este tipo, de G-Shock o Pro Trek, es casi como tener un botiquín: sabes que no lo vas a usar a menudo, pero cuando lo necesites, valores muchísimo el poder tenerlo. Lo mismo estos relojes, porque cuando necesites recurrir a ellos (cuando la pandemia estaba en su máxima ferocidad, cuando vas de aventura, de excursión, o te espera un viaje importante, quién sabe si además peligroso…), quieres poder contar con uno.

Por desgracia no quedan muchos Master of G en el mercado, ya que Casio, y G-Shock en particular, está ahora apostando por «otras cosas», pero aún hay modelos que sirven perfectamente para ese cometido. En el catálogo de Casio todavía podemos encontrar Master of G «de los que cortan el bacalao», aunque tienen, al parecer, las horas contadas. Estamos hablando de los G-9300, G-9100, GD-100, G-2900, o el mismo GW-9400. Relojes que se ve el display perfectamente bien y que, además, son funcionales y fiables para casos expeditivos.
Recuerda, tienes la primera parte sobre este especial del reloj táctico visible en nuestro archivo de publicaciones sobre Casio y la tercera y última parte aquí.